12 de abril de 2009

Rubén, Debi y Yo

 
 Rubén es mi hijo.

 De pequeño le contaba muy a menudo el cuento de la gran escritora Debi Gliori, me fascinaba como la autora en pocas frases sencillas realzaba la belleza interior de las personas y la ausencia de olvido, cuando se ama de verdad.

El cuento decía así:

 Colín un zorro pequeño le cuestionaba a su madre si siempre le querría...

Colín le dijo: - Si me volviese gusano ¿todavía me querrías y me mimarías?

-Pues claro - dijo su madre-. Seas gusano o no, pase lo que pase, siempre te querré de corazón.

-¿Pase lo que pase me querrás? -dijo Colín y sonrió. ¿ Y si fuera un cocodrilo?
Y su madre dijo: -De besos y mimos te cubriría y por las noches, te arroparía.

-¿El cariño se gasta? - preguntó Colín-. ¿Se rompe o se dobla? ¿Se puede coser o pegar? ¿Se puede arreglar?

-Vaya,vaya!- Dijo su madre, tantas cosas no sé, pero te aseguro que siempre te querré.

Y Colín dijo: - Pero cuando te mueras y te hayas ido, me seguirás queriendo? ¿El cariño sigue vivo?
Su madre lo llevó amorosa , a ver la noche serena con la luna luminosa y las brillantes estrellas. -Colín, fíjate en esos luceros que brillan como diamantes: aunque algunos ya murieron hace siglos y siglos antes... siguen brillando de noche el año entero.
El cariño, como su luz, no muere, es duradero.


Ahora ese bebé que escuchaba atento mis palabras tiene 16 años.

Tengo un  hijo maravilloso, adolescentemente maravillloso,
 y aunque eso pueda sonar incoherente por el  propio peso que contiene su momento, tiempo, espacio y tormenta hormonal, 
 les puedo asegurar que lo tengo y que es una persona única y especial.

Ya sé que todos somos así, únicos, ... pero no todos somos especiales.

Toda una vida sufriendo por este momento, imaginando situaciones inverosímiles y cargadas de razones absurdas donde él dominaría mis nervios, y alimentaría mis miedos. 
Y ahora llegado el momento me encuentro que si eso ha llegado, ha pasado con una brisa de verano nocturna, de esas que duran segundos pero se agradecen como si fueran eternas.

Hace días pensaba que quizá visualicé tanto este momento de mi vida que ahora me parece una nimiedad al lado de todas esas inquietudes unimaternales que yo sentía, pero ahora sé que no es así. 
Que ha sido fruto de muchos hechos, de un esfuerzo, de un trabajo duro, de noches donde el miedo me invadía pero a la mañana siguiente respondía como si nada hubiese sentido, como si mi corazón no hubiese llorado, como si ignorara que estaba terriblemente lastimado. 

Siempre quise que supiese que todo es posible desde uno mismo.


Y todo valió la pena, al menos hasta hoy y con eso me basta, con eso tendré la fuerza y el estímulo de seguir creyendo que será una persona especial y sobre todo un ser que siente, contrasta y respeta.

Y con eso me vale.

 ... Será que siempre le hablé,  como él sólo podía entenderme?


Siempre te querré, Rubén.


Texto y Fotografía
Penélope Sierra

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